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Informe de Género UNESCO 2025

UNESCO. 2025. Global Education Monitoring Report: Gender Report – Women Lead for Learning

Informe completo de la UNESCO 2025 Gender Report Nueva ventana

Educación y género: avances, desafíos y la urgencia de un cambio sistémico

En las últimas décadas, la equidad de género en la educación ha sido una prioridad en las agendas globales. Impulsada por compromisos como la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y su Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4), que promueve una educación inclusiva y de calidad, la igualdad entre niñas y niños, así como entre mujeres y hombres en distintos niveles educativos, ha mejorado progresivamente. Sin embargo, más allá de los indicadores positivos, subsisten desigualdades estructurales, culturales y económicas que impiden un acceso y una participación plena, especialmente de las mujeres en espacios de liderazgo y decisión educativa.

Brechas persistentes en la escolarización y finalización de estudios

Las cifras globales muestran avances significativos, pero también contradicciones. En regiones como África del Norte, Asia Occidental, Oceanía y África Subsahariana, la escolarización femenina ha aumentado desde 2015. Las niñas han logrado reducir la brecha frente a sus pares masculinos, e incluso en algunas áreas, como el primer ciclo de secundaria en África Subsahariana, están cerca de alcanzar la paridad. Sin embargo, este progreso está matizado por factores socioculturales: muchas jóvenes terminan sus estudios antes de tiempo por presiones que las empujan al matrimonio o la maternidad temprana.

En contraste, Asia Central y Meridional ha experimentado un notable crecimiento en la proporción de mujeres jóvenes que completan la educación secundaria superior. Este dato es alentador, pero aún queda un largo camino por recorrer para que estos logros se traduzcan en igualdad de oportunidades laborales y de liderazgo.

Género y nivel socioeconómico

La intersección entre género y nivel socioeconómico es crítica para entender las brechas educativas. En los países de ingresos medios-altos y altos, las mujeres participan más activamente que los hombres en programas de educación para adultos. No obstante, en los países de ingresos bajos, esta participación se reduce drásticamente, especialmente entre mujeres en edad laboral (25 a 54 años), lo que limita su capacidad de acceder a empleos de calidad y de romper ciclos de pobreza.

En cuanto al rendimiento académico, los resultados de pruebas internacionales como PISA 2022 indican que las niñas superan a los niños en competencias básicas de lectura y matemáticas en varios países de ingresos medios. Esta "feminización del éxito académico" en niveles básicos contrasta con la subrepresentación femenina en áreas como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), y con los obstáculos que enfrentan para convertir ese éxito escolar en oportunidades de carrera y liderazgo.

Participación cívica y liderazgo

Uno de los desafíos más persistentes es el sesgo de género en el liderazgo. Desde etapas tempranas, los estereotipos culturales afectan las aspiraciones de las niñas. En educación cívica, ellas manifiestan menos interés en ocupar cargos públicos, aunque expresan mayor intención de votar que sus compañeros varones. La asociación entre poder y masculinidad sigue presente, reduciendo la ambición política de muchas jóvenes y consolidando un imaginario donde el liderazgo no les pertenece.

Esta brecha se traslada al ámbito educativo. Aunque las mujeres constituyen la mayoría del personal docente —especialmente en educación preescolar y primaria—, su presencia en cargos directivos y en educación terciaria es limitada. El liderazgo educativo femenino sigue siendo la excepción más que la norma, reflejando una estructura organizacional que perpetúa la desigualdad.

Educación superior

La matriculación femenina en la educación superior ha crecido sustancialmente en la mayoría de los países. Sin embargo, este avance convive con una clara segregación de género: las mujeres siguen estando subrepresentadas en la educación y formación técnica y profesional (TVET), lo cual afecta directamente su inserción laboral en sectores más demandados y mejor remunerados.

Este fenómeno revela que el problema no está únicamente en el acceso a la educación, sino también en la orientación vocacional, las expectativas de género y la falta de políticas que fomenten una participación equitativa en todos los tipos de formación.

Bienestar

Otro eje crítico en la experiencia educativa de las niñas es el acoso. En los últimos años, en más de la mitad de los países con datos disponibles, el acoso escolar ha aumentado especialmente entre alumnas. Este fenómeno se agrava con el ciberacoso, al que las niñas son más vulnerables por su mayor exposición a redes sociales y a algoritmos que perpetúan estereotipos de belleza y sexualización.

Estas formas de violencia impactan negativamente en el bienestar psicológico, el rendimiento académico y la permanencia en el sistema educativo, configurando otro tipo de barrera invisible pero poderosa.

Mujeres en el liderazgo educativo: más allá de la representación

Alcanzar la equidad de género en el liderazgo educativo no es solo una cuestión de justicia, sino una estrategia clave para mejorar los sistemas educativos. Diversos estudios demuestran que las mujeres líderes impulsan mejores resultados académicos, implementan políticas sensibles al género y fomentan ambientes escolares más colaborativos e inclusivos.

Por ejemplo, en contextos donde hay escasa presencia de directoras, su nombramiento se ha asociado con mejoras en el rendimiento estudiantil. Asimismo, son más proclives a liderar iniciativas orientadas al bienestar de las niñas, como el acceso a productos de higiene menstrual o la protección frente a la violencia.

No obstante, persisten grandes obstáculos para que las mujeres accedan a estos roles. Entre ellos se encuentran la falta de mentoría, la escasa preparación específica para el liderazgo, los sesgos en los procesos de selección y la carencia de referentes visibles. Incluso cuando las mujeres aspiran a puestos directivos, suelen postularse con menor frecuencia, en parte por la percepción de que no tienen posibilidades reales de ser elegidas.

Recomendaciones

Frente a este panorama, se requieren políticas sostenidas y multisectoriales que aborden los desafíos desde un enfoque integral. Algunas recomendaciones estratégicas incluyen:

1. Identificar las brechas en la trayectoria hacia el liderazgo

- Monitorear y analizar en qué etapas las mujeres enfrentan barreras o abandonan el camino hacia puestos directivos.

2. Reparar los puntos de ruptura en la “escalera” del liderazgo

- Implementar medidas como cuotas de género.Salto de línea - Capacitar a comités de selección para detectar y corregir sesgos implícitos.Salto de línea - Promover culturas institucionales que valoren la diversidad y reconozcan la carga de cuidado.

3. Brindar apoyo efectivo para ascender

- Fomentar redes de mentoría y coaching estructurados.Salto de línea - Invertir en formación continua para fortalecer habilidades de liderazgo.Salto de línea - Iniciar el fomento del liderazgo desde la formación docente inicial.

Estas acciones deben ser integradas y articuladas entre gobiernos, instituciones educativas, organizaciones de la sociedad civil y actores comunitarios. Las cuotas, por ejemplo, solo serán efectivas si se acompañan de mecanismos de desarrollo profesional y cambios culturales profundos.

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